Kyoto día 3: Como les contamos Japón es carisimooo,
con lo cual, llegó el fin de semana y tuvimos que hacer un cambio de hotel para
lo que habíamos reservado un Guest House… La cosa de entrada se puso rara,
antes de subirnos al taxi fuimos, como ya es costumbre, a pedirle a la chica de
la recepción que nos escribiera la dirección en japonés para dársela al
taxista, después de muchas caras difíciles de descifrar, busco algo en internet
y con un gesto de “ojala les sirva” nos dio un papel lleno de simbolitos... con
la misma cara nosotros se la dimos al taxista, quien 5 segundos mas tarde
estaba reunido en asamblea con todos los taxistas de la parada viendo si alguien
le ayuda a identificar la dirección… el pobre tampoco tuvo suerte así que después
de varios intentos fallidos de llamar al número que teníamos del guest house
arranco el auto y emprendimos camino…
A ver la parte interesante es que empezamos a dar
vueltas entre un montón de callejuelas tan angostas, que ni al taxi le daba el ángulo
para girar… bien como a la quinta vuelta manzana decidió parar en una esquina y
bajarnos para que lo buscáramos a pie… y eso hicimos, con valijas y todo empezó
una especie de búsqueda del tesoro, donde íbamos comparando la foto que teníamos
de la puerta del guest house con las puertas de todas las casas del vecindario…
y como dicen por ahí el que busca encuentra, así que después de varios minutos
de caminata y previo sacarnos los zapatos, hicimos nuestro ingreso al guest
house que teníamos reservado y pagado…
Ok, si llegar había sido difícil, vaya sorpresa que
nos llevamos cuando finalmente estábamos ahí!!! Después de mirar nuestros
pasaportes el Sr de la recepción muy amablemente nos dice… “acá no hay ninguna
reserva a su nombre y estamos fully booked”… Cri Cri … nooooooo!!! En resumen, llamada va,
llamada viene, los de la página de internet por donde reservamos todo nos
mandaron un mail al hotel con una nueva reserva que ellos habían hecho y
pidiendo disculpas por el error… Otra vez a agarrar las valijas, otro taxi y un
papel escrito en japonés con una dirección que ni sabíamos donde era…
Nuevamente no fue fácil, pero esta vez el taxista si
se pudo comunicar con el lugar, así que lo guiaron hasta que llegamos… primeras
impresiones: entramos por el jardín a una casa de familia, nos recibieron los
dueños, que nos hicieron pasar al living y ahí la cosa se empezó a poner como
película muda… Como prácticamente no hablaban ingles, el dueño de casa nos
entro a pasar papelitos con distintos tipo de instrucciones de lo que teníamos
que hacer… “the passport please”, “write your name here”, etc. etc., mientras
tanto la mujer nos servía una especie de té y salía de escena haciendo
reverencias marcha atrás… la cosa se iba poniendo cada vez mas bizarra, hasta
que finalmente y gracias a un perfecto lenguaje de señas los seguimos para que
nos mostrara la habitación … para
nuestra sorpresa el segundo piso estaba hecho a nuevo, tenia 4 habitaciones y
los baños, todo recién pintado y decorado impecable, “joya, nunca taxi”!!!
Parece que nuestro angelito de la guarda, sigue
trabajando y tuvimos tanta suerte que la zona donde quedaba este nuevo guest
house, era Higashiyama (justamente donde se celebra el festival nocturno que les
contamos anteriormente), una especie de
San Telmo de Buenos Aires, donde hay todas callecitas antiguas y donde se
encuentran muchísimos de los templos que nos faltaban que conocer.
Esa misma noche, y como estábamos en el barrio,
después de una pausa para tomar un té preparado por sus dueños en casa, volvimos
a enfrentar el frío (todo muy pero muy lindo pero hacía un frio de c……) y
salimos a caminar nuevamente por el paseo nocturno de las calles y templos
iluminados, al pasar por la entrada del Kyomizu Dera nos encontramos con una
ceremonia tradicional hecha por niños de
la zona que además de peculiar estuvo muy divertida.
Esto sumado a que cada uno de estos lugares históricos
está increíblemente bien cuidado,
piensen que en la mayoría de los casos fueron construidos antes del
descubrimiento de América… Los jardines con el pasto y los arboles perfectamente
cortados, las construcciones están increíblemente mantenidas, limpio y con un orden envidiable….
Ah!! Como si esto fuera poco, otra sorpresa con la que
nos encontramos es muchísimas japonesas vestidas de geisha y los hombres con el
respectivo atuendo, ya sea visitando templos, en las calles, en los
restaurantes, etc.
Entonces cuando
mezclas todo esto en una sola imagen se produce una especie de mística en el
ambiente que lo hacen realmente interesante, los paisajes, las flores y los
ponjas vestidos de época, todo junto dentro de estos templos ancestrales, por
momentos te hace sentir que te trasladas
en el tiempo.
Bien, volviendo a lo nuestro para el cuarto día en Japón
decidimos tomarnos nuevamente el tren y visitar la ciudad de Nara. Nara fue una de las primeras capitales que
tuvo Japón, justo antes de Kyoto. Es una pequeña ciudad, que conserva mucha
historia sobre el país del oriente. Según
la Lonely unos de los lugares top para conocer en Japón se encuentra ahí, y
hacia allí nos dirigimos: el templo Todai Ji.
El templo Todai Ji se conoce por ser la construcción
de madera mas grande del mundo, y sin dudas la
mayor atracción es lo que contiene, el
Daibutsu, un buda de oro de un tamaño mas que imponente. A cada lado de
la entrada hay dos guardianes tallados en madera que son unas figuras
gigantescas y de quienes también les dejamos unas fotitos para que vean que el
Buda de oro está bien custodiado……
Otra de las lindas particularidades que tiene esta
ciudad es que por todos lados se pueden encontrar una especie de bambis o ciervos
que caminan por las calles, los parques,
los templos, etc. La cantidad que hay es impresionante, por momentos le dan una
onda muy bonita y peculiar a la ciudad, aunque la mayor parte del tiempo te dan
un toque de lástima porque no están muy cuidados y se nota que no están en su
habitad natural, sobre todo en su pelaje.
Al igual que en Kyoto, la región de los templos en
Nara, también queda sobre una ladera, solo que mucho mas chica, con lo cual el
camino entre templo y templo es una parte mas del paseo, vas atravesando,
bosques, pagodas, bambis, mas bambis, todo por un sendero que te va guiando
hacia los templos.
En el rato que nos quedaba en Nara visitamos dos
templos mas, el primero de ellos en la parte mas alta, Nigatsudo, estaba lleno
de fuentes, pinturas, campanas trabajadas en hierro y las infaltables lámparas
de papel. Y el segundo, Kasuga Taisha, que se caracteriza por sus cientos de
columnas de un color naranja brillante, donde gran parte de los salones no
estaban abiertos para visitas porque estaban siendo usados por los Monjes, a
quienes se los escuchaba orar desde afuera.
Sin mucho
tiempo mas, y después de otro día agotador de largas caminatas por toda la
ciudad de Nara, nos tomamos el tren y volvimos a casita a dormir bien abrigados
para recuperar la temperatura!!!
Créanlo o no, al otro día temprano nos tuvimos que
volver a cambiar de hotel (el manejo del presupuesto y los “fully booked” hacen
que sea una tardea ardua¡!!!). Con esto superamos nuestro propio record, 6 días
en una ciudad y en 3 hoteles diferentes, 2 noches en cada uno!!! Una vez instalados salimos a recorrer un par
de atracciones más que nos faltaban de Kyoto.
La primera fue el templo Ginkakuji y su Pabellón de
Plata, que debe su fama a su hermosa arquitectura y sus jardines con paisajes
minimalistas. Si, ok, en este momento se
pueden estar diciendo… “otro templo mas???!!!” y la respuesta es seeeeeeee, si bien
a todos se los llama templos cada uno es completamente diferente al otro,
tienen su propio paisaje, su mística y no te cansas de mirarlos y caminar entre
ellos. En este caso, un detalle interesante es que el pabellón principal del
templo y los jardines que usualmente se usaban para meditar y observar, estaban
separados por una pequeña laguna y la única forma de cruzar era un puente que
quien diseño y construyo el templo lo llamo, el puente del otro lado del mundo.
Al salir de ahí y ya casi llegando al final de nuestra
estadía en Kyoto, nos fuimos para el Nijo Castle, el castillo en el que vivían
las familias reales. La estructura del Castillo era enorme, una sola planta,
divididos en varios ambientes, cada uno para un fin especifico y según eso la
decoración que tenían. No faltaban los salones de recepción a gobernantes extranjeros,
los dedicados a la ceremonia del té, los altares para rezar, etc.; pero mas
inmensos aun eran sus jardines y lagunas simplemente espectaculares
y como no podía
ser de otra manera si hablamos de un castillo … un imponente foso con agua
rodeándolo, un puente de ingreso, las torres de custodia, etc. No sabemos si
“fueron felices y comieron perdices”, pero claramente “vivían como reyes”.
Finalmente y para despedirnos de esta increíble
ciudad, pasamos a visitar el Night Food Market, que son, básicamente, unas 5 ó
6 cuadras de ferias donde venden todos los productos para cocinar que se les
pueda imaginar. Mas allá de la cantidad de gente, de los empujones y que vas
avanzando como marea humana, la cantidad de cosas y sobre todo la variedad es
asombrosa. Digamos que vimos muchas mas cosas de las que nos imaginamos que se
podían comer y viéndolas todavía dudamos de que tipo de plato pueden formar
parte… frescos, disecados, condimentos,
etc. para todos los gustos!!
Lo que hay que reconocer a Japón hablando de comidas,
es que al contrario de lo que pasó con sus vecinos los chinos (donde el 95 % de
las veces comimos en Kentucky o McDOnalds ¡!!)
acá no paramos de probar todos tipos de platos tradicionales de los
restaurantes japoneses. Una combinación de sabores y una preparación impecable!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario